El flamenco, historia, palos y protagonistas

La caña

El PlanetaEl nombre de este cante ha sido objeto de larga discusión entre los expertos del flamenco, sin que se haya llegado a un punto de acuerdo. No obstante, un grupo importante de autores se remiten como origen a la denominación árabe de "gaunnia" (que significa canto). En esta posición coinciden Estébanez Calderón y Richard Ford. Por su parte el musicólogo Manuel García Matos atribuye este nombre a una canción andaluza en la que se alude a la caña de azucar, según una copla recogida por Isidoro Hernández en su trabajo "Tradiciones Populares y Flores de España". Zugasti, en su conocida obra sobre el bandolerismo andaluz, muestra una antigua costumbre andaluza, que se remonta a épocas medievales y que consistia en "cantar a las cañas", es decir, a los vasos de vino puestos en el mostrador. Molina y Mairena no se decantan por ninguna de las posiciones anteriores, sin que por su parte aporten idea alguna a este problema etimológico.

El señalar la aparición histórica de la caña como cante constituye otro problema, como tantos de los que se plantean al estudiar la historia del flamenco. Serafín Estébanez Calderón en su obra "Escenas Andaluzas" (1847), llama a la caña "tronco primitivo del cante andaluz" y a renglón seguido hace una extensa descripción de este cante. Antonio Machado y Alvarez ("Demófilo") menciona en su conocido libro (1881) a Tío Luis el de la Juliana como cantaor de cañas y polos, recogiendo en su catálogo de cantes flamencos dieciseis coplas sobre las que se pueden cantar cañas y polos, a las que añade veintiuna coplas que se consideran del repertorio de Silverio Franconetti. La mención de "Demófilo" de considerar en su obra a Tío Luis el de la Juliana como cantador general ("que así se cantaba por polos y cañas, como entonaba unas seguidillas gitanas o una liviana y una toná") tiene una doble significación: en primer lugar situar a la caña como cante ya existente y conocido en el último tercio del siglo XVIII y, además, situar a la caña y al polo en nivel semejante, como cantes primigenios. No obstante, Álvarez Caballero relativiza la aseveración de Machado y Álvarez al decir que... "Machado pudo estar equivocado, lo estuvo seguramente, porque nada apoya su testimonio de que el polo y la caña fuesen contemporáneos de Tío Luis el de la Juliana, y en cambio todo induce a pensar que, efectivamente, ambos estilos vieron la luz ya en pleno siglo XIX". Y reafirma Álvarez Caballero: "La primera cita directa de la caña es la de Richard Ford en 1830, y tras ella vuelve a hacerse el silencio hasta 1847, cuando Estébanez Calderón hace referencia a ella".

En la citada obra de Estébanez Calderón aparece El Fillo como cantaor de cañas, considerándosele el estilista más antiguo de este cante. En tiempos de El Fillo parece ser que era costumbre empalmar la caña con el polo. Por la época de El Fillo se citan formas de caña atribuidas a Curro Pabla y a Tío José el Granaino. Enrique Ortega "el Gordo Viejo" sustituye el polo, que desde El Fillo se cantaba con la caña, por lo que se conoce como el macho de la caña. Enrique Ortega "El Gordo" añadió a la caña una soleá corta y es don Antonio Chacón quién, según Blas Vega, "logró dotar a la caña de una cuadratura musical perfecta". Este cantaor dio a conocer la popular letra:

A mí me pueden mandar
a servir a Dios y al Rey
pero dejar a tu persona
eso no lo manda la Ley

También fue Chacón el que reemplazó el cante con el que finalizaba la caña Enrique el Gordo por una soleá grande de Triana, la de Ribalta, que dice:

Los lamentos de un cautivo
no pueden llegar a España
porque está la mar por medio
y se convierten en agua.

En la forma actual el cante por cañas comienza por una copla octosílaba de cuatro versos a la que sigue un quejío, que se expresa simplemente con la "a" o la "y" del "ay", que se repite varias veces, rematándosae con un macho. Generalmente se ha admitido que el ritmo y compás de la caña proviene de las soleares, aunque esta opinión no es unánime entre los especialistas, y así Molina y Mairena estiman que la caña presenta analogias con cantes diversos como son la alboreá, serrana, soleares, polo, etc., siendo las semejanzas más profundas las que se relacionan con el polo, llegando a manifestar que caña y polo "presentan hoy forma única". Hubo un tiempo en que acabado el cante de la caña a continuación se cantaba el polo, pero tal engarce de cantes resultaba pesado y monótono para quien los escuchaba. Por eso la caña ha sido un cante que se ha ido transformando a través del tiempo, tendiendo a convertirse en un cante más directo y ligero.

Con la muerte de Chacón dejó de cantarse la caña, dándose la circunstancia de que el maestro de Jerez no grabó este cante, no obstante, el mismo año de la muerte del cantaor jerezano (1929) la registró un seguidor suyo que fue Cayetano Muriel ("Niño de Cabra"). No podemos olvidar la grabación realizada por Diego Bermúdez ("El Tenazas") en su histórica actuación en el Concurso Nacional de Cante Jondo de Granada que, con las soleares apolás al estilo de Silverio, se llevó el primer premio de la segunda sección de cantes. Dado que Diego Bermúdez nació en 1854, bien pudo oír los cantes de El Fillo y El Planeta. Y mucho más cierto los cantes de su maestro Silverio, con lo que podemos afirmar que, en aquellas fechas del concurso de Granada, Bermúdez era el testimonio vivo más antiguo con relación a la caña.

En los decenios de 1950 y 1960 se produjo un nuevo auge de la caña. La recuperación de este cante vino unida a la grabación de la Antología de Hispavox, en el año 1954, en la que Rafael Romero dejó impresa una magnífica interpretación de la caña. El "alma" de la resurreción de este palo fue el director de la grabación de la Antología, Perico el del Lunar. A partir del renacimiento de la caña, este palo fue interpretado por las primeras figuras del flamenco de aquellos años. Actualmente es muy raro que los cantaores incluyan la caña en su repertorio.

DISCOGRAFÍA RECOMENDADA
Magna Antología del Cante Flamenco.- Hispavox.- Madrid, 1988.
Antología del Cante Flamenco.- Hispavox.-Madrid, 1960.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco.-Ed- Cinterco.-Madrid , 1988.
R. Molina y A. Mairena.- Modos y Formas del Cante Flamenco.
Á. Álvarez Caballero.- Historia del Cante Flamenco,- Alianza Ed. , Madrid, 1981.

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